31 d’oct. 2011

¿QUÉ FUE DEL NUEVO PERIODISMO? (I)

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Cuando hace ahora un par de meses el nuevo director de la agencia de comunicación en la que trabajo se presentó diciéndonos que en breve plazo el mejor periodismo ya no se hará en los diarios, radios o televisiones sino que saldrá de los blogs y de las redes sociales, me quedé de piedra. Nos explicó que el control que ejercen los grupos de comunicación sobre sus periodistas es tal que ya no hay dios que pueda desempeñar la profesión con un mínimo de libertad. Se ha llegado a tal grado de sectarismo que la calidad está por los suelos.
Sus palabras venían a coincidir con las que yo le había oído poco tiempo antes a la veterana ex corresponsal televisiva Rosa María Calaf: «Mientras que en la televisión prima el espectáculo, en la prensa escrita se tiende a una portavocía de los intereses del grupo. Ni unos ni otros sirven al ciudadano, sino que construyen una sociedad de consumidores de productos y de ideas en vez de la de ciudadanos que piensan con sentido crítico. La importancia de los medios de comunicación en la educación cívica es fundamental y la transmisión de valores esencial para construir una sociedad sana. En la actualidad, los medios se están desviando de su objetivo y de su compromiso social de control de los poderes económico y político, de manera que ya no sirven a la sociedad como debieran; ahora se sirven de la sociedad para sus intereses. Por eso es imprescindible que el ciudadano sea consciente de cuál es la situación y de que estar bien informado es un derecho (aunque requiera un esfuerzo); tiene, en definitiva, la obligación de prepararase y exigir esa buena información. Los medios priman el negocio sobre el deber hacia la sociedad; por eso, el ciudadano debería dejar de lamentarse con pusilanimidad y empezar a ensayar posibles soluciones».
Recuerdo que en 1991, cuando me faltaba un suspiro para acabar la carrera, topé en El País con un artículo de Alfredo Bryce Echenique en el que el escritor peruano se preguntaba con añoranza qué había sido del nuevo periodismo. Me dio mala espina. Desde que al inicio de la universidad el profesor de redacción periodística nos hiciera leer A sangre fría, de Truman Capote, yo tenía una idea fija: ganarme algún día la confianza de mi futuro redactor jefe a fin de que me concediera el tiempo necesario para sumergirme en una historia y escribir haciendo buena aquella expresión de «sabe de lo que habla».
(Continuará... )

30 d’oct. 2011

RETALLS DE CONVERSA

Foto: Imatges Google
Crec que ja he comentat en aquest bloc la perícia de l’escriptor Josep Maria Espinàs per camuflar-se entre els passatgers dels autobusos a fi de trobar alguna perla en la conversa de la gent que, un cop immortalitzada en la seva vella Olivetti Studio 46, conformarà una columna digna de ser retallada. Jo no tinc el seu olfacte de gos coniller (i molt menys la seva capacitat de transformar un diàleg anònim en un article brillant) però el cert és que quan per casualitat he sentit algun retall de conversa o una frase que em cridés l’atenció tampoc no he pogut estar-me de deixar-ne constància a la meva llibreteta. Avui, després de repassar-la, he decidit compartir les meves troballes amb vosaltres, lectors.
La primera és de la meva etapa de viatjant d’enciclopèdies i la vaig sentir al poble d’Ullastrell. Provenia d’una vivenda unifamiliar amb la porta oberta.
– «Neus, fes el favor de pujar el magnetotèrmic!».
Per uns instants, em va venir al cap el Filippo Tommaso Marinetti, un dels precursors del futurisme, aquell moviment d’avantguarda de principis del segle XX que evocava el mite de la màquina. I què me’n dieu d’aquesta: «Com caldria gestionar l’eficiència energètica en el iot del sultà de Brunei?».
Anant pel carrer n’he sentit de misterioses i inquietants, sobretot extretes del seu context, com les següents: «La història el Lao Tse la va escriure en un peatge»; «Però si no l’he pegat! Total, només ha estat un cop de puny sense importància»; «¡Pa chula, yo! ¡Pa puta la Barbie!»; «Si l’Stanley Kubrick va llençar un os i va sortir una nau, no veig per què jo no puc fer una el·lipsi de vint anys»; «No me gustaría quedarme embarazada de él ni pa tras. Tú no sabes qué hijo de perra está hecho»; «I el meu marit, encara que em toqui molt els nassos, tampoc no vull que es mori». «El nen va quedar-se tot sol a l’escola fins a les dues de la matinada». «¿Entiendes, Axel? Mira, para que veas que soy tu amigo te doy el perro, y si necesitas ponerle un chip, tranquilo, que te lo pago yo. Adiéstralo bien y, si puedes, haz que a los moros y a la policía les muerda».
Un dia, sortint de l’estació de metro de la plaça Catalunya, se’m van quedar gravades les paraules d’un negre caribeny que acabava d’oferir una actuació de salsa: «Y si tienen a bien, depositen su contribución en la hucha que en mi país se llama alcancía». No sé si també seria cubà, però el cas és em va deixar estupefacte el jove mulat que va dir als seus dos amics: «Mi hermano primero se compró un Murciélago y después un Gallardo». Vaig deduir que s’estava referint a dos models de la marca de cotxes de luxe Lamborghini.

29 d’oct. 2011

CONTRA EL LIBRO ELECTRÓNICO (Y III)

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(... Viene de hace dos días)
No mencionaré aquí aunque podría hacerlo el fetichismo de un amigo al que le gusta leer a P.G. Wodehouse ataviado con el traje de tweed que heredó de su tío abuelo –riguroso pañuelo de seda asomando del bolsillo y una leontina encadenada al chaleco–, más o menos a la manera de los aristocráticos personajes de ese maestro inglés del humor. Es su particular modo de agradecerle los desternillantes momentos que siempre le ha brindado con la pareja Wooster-Jeeves y tantos otros. Tiene mucho mérito por cuanto mi amigo no sale de las camisetas de Scorpions o Motörhead, como corresponde a quien nunca ha abjurado de su condición de heavy irredento. Por eso yo no lo concibo en mitad del ineludible rito con un libro electrónico entre las manos en lugar de con alguno de los de la caduca colección Al monigote de papel, de la editorial José Janés, tan pésimamente guillotinados como entrañables y a un paso de desencuadernarse.
Esta vez voy a estar de acuerdo con Arturo Pérez-Reverte y también yo me negaré a convertir mi biblioteca en un cibercafé. No quiero ensimismarme bobamente con todos los accesorios del libro electrónico –música, imágenes, email...–, un tentador caldo de cultivo para que, como dice el murciano, la atención necesaria en el acto de la lectura haga aguas. Leer de verdad no tiene nada que ver con eso. Si se lee bien nada hay a tu alrededor que pueda llegar a distraerte. Qué queréis que os diga. La verdad es que la pantalla portátil a mí también me la refanfinfla.
Pero no os vayáis todavía que aún hay más. Cuántas veces un libro en papel nos ha salvado un regalo, o nos ha permitido compartir nuestros gustos con alguien a quien se lo hemos prestado. O simplemente lo hemos dedicado con nuestros mejores deseos o nos lo ha dedicado el escritor al que admiramos. Con un e-book, en cambio, esa componente social se pierde por completo. En una palabra, deshumaniza. Tanta perfección acaba resultando imperfecta.
Luego hay otros detalles superfluos –pero no por ello menos importantes– que nadie parece haber tenido en cuenta, como por ejemplo el placer de mojarse los dedos para pasar la página. Esa imperceptible pausa sería imposible con un libro electrónico. Es más, quién me asegura a mí que en un despiste el invento de marras no me vaya a reprochar tan interiorizado acto dándome un calambrazo.
Llegados a este punto, creo que muchos hasta mirarían con buenos ojos el disgusto de perder el marcapáginas y verse en la tesitura de hojear para encontrar el párrafo en el que se habían quedado. Y qué decir del hallazgo en un libro que se relee de aquel grano de arena o de aquella pluma que al instante te permite evocar dónde se leyó por primera vez. O del tisanuro que, aletargado entre las páginas del volumen que se acaba de sacar de un rincón de la biblioteca, revive con la luz y te da un susto de muerte. 
Oponerse a lo inevitable no tiene mayor sentido que el romántico, de cuya naturaleza han sido todos los argumentos que he expuesto en estos posts, sin duda una inmejorable causa para el sectarismo, Enrique. Y de la ecología ya hablaremos en otra ocasión.

28 d’oct. 2011

GENT IMMORTAL DE LA MEVA CIUTAT

Foto: Imatges Google
L’altre dia llegia una novel·la en què es feia menció del gosset de Blackfriar, un llegendari terrier que al segle XIX va estar-se catorze anys vetllant la tomba del seu amo i que, d’ençà d’aleshores, té un monument dedicat a Edimburg. Si bé no crec que arribi a merèixer el qualificatiu d’heroi anònim, sí que és digne de figurar com a mínim en la llista d’aquells que per algun motiu contribueixen a conformar la personalitat d’una ciutat. Salvant les distàncies, a Barcelona trobaríem casos anàlegs a Les Rambles, com el de la Dolors Bonella, la monyos, una costurera veïna del carrer de la Cadena que, arran de l'atropellament mortal de la seva filla, va embogir de tal manera que es passejava per la notòria rambla cantant i ballant a la primeria del segle XX. La seva popularitat va donar peu a l’expressió «ésser més famós que la monyos». No era menys conegut el José Pérez Ocaña, pintor naïf i polèmic transvestit, el qual, amb les seves ànsies de llibertat, sacsejà la transició espanyola vestit de dona.
Suposo que cada barceloní guarda en l’inconscient individual algun personatge que al seu moment no li va passar per alt. A mi, de petit, em causaren una profunda impressió –i un temor cerval– els quadrillers del meu barri, el ratia, el peseta i el chenano. Ara bé, qui sempre torna a la memòria és un jove vagabund alienat al qual anomenàvem el italiano perquè no enteníem ni un borrall del que deia i que, de tant en tant, ens sorprenia amb una atlètica cabriola. La llegenda deia que vivia en una cova de la muntanya de Torre Baró i que s’alimentava de nens. 
Quan vaig començar a eixamplar el meu horitzó geogràfic i baixava en metro al centre, no va passar-me desapercebut un home de mitjana edat, alt com un Sant Pau i molt ben vestit, que cantava òpera a l’andana del Passeig de Gràcia. Tot feia pensar que, com en algun dels casos anteriors, també ell era tocat del bolet. Mai no vaig ser capaç d’esbrinar-ho.
Ara bé, a Les Rambles és on sens dubte he anat trobant la fauna amb més opcions de convertir-se en immortal. Fins no fa gaire he tingut un bon pòquer d’assos ben a prop de casa. Per començar, i a causa de la seva dilatada presència en el temps, qui s’ha guanyat amb escreix el meu respecte ha estat el sòrdid i dissuasiu captador de clients –més que no pas relacions públiques– de la pelleteria situada Rambla dreta amunt, el qual et convida a pujar al primer pis amb veu i esguard de Corleone (la mítica família mafiosa creada pel Mario Puzo) perquè li facis una ullada al gènere. Malgrat la simpatia jo no les tinc totes i ni pagant-me un dineral m’atreviria a traspassar la porteria de l'edifici! A l’altra banda del carrer, a l’illa principal, un altre habitual fins fa poc era el Maradona de La Rambla, veterà de l’acrobàcia futbolística amb moltíssima més personalitat que els seus dos èmuls: el Ronaldinho i el Messi de La Rambla. On vas a parar. Uns metres més enllà, al costat de Canaletes, té el seu negoci obert des de fa més de vint anys el Víctor Núñez Laforet, l’enllustador de La Rambla, qui marxà al Perú amb la guerra i no tornà fins a la mort d’en Franco. I per acabar no vull descuidar-me de la parella de xinesos que, en qualitat d’estàtues humanes, representen dos soldats japonesos de bronze. No tindrien res de particular si no visquessin a la plaça dels Àngels i no m’haguessin permès de veure la tramoia del seu numeret. Mentre que de cara al públic ell sembla l’oficial d’alt rang i ella una recluta desmanyotada –a la manera del soldat Svejk del txec Jaroslav Hasek– , així que tornen a l’anonimat en treure’s l’uniforme ell minva de cop i ella adquireix tal noblesa que no puc més que titllar-la de la xinesa de Barcelona. 

27 d’oct. 2011

CONTRA EL LIBRO ELECTRÓNICO (II)

Foto: Imágenes Google
(... Viene de hace dos días)
A mí, además, ese marco cuadrado en el que se engasta la pantalla del libro electrónico me resulta muy claustrofóbico. Como si las letras estuvieran confinadas en una suerte de prisión de Alcatraz. No tienen ninguna posibilidad de escapatoria. A lo sumo podrían superar los márgenes de la página, pero la fuga llegaría a su fin al toparse con el infranqueable muro de aluminio. Imposible saltar al vacío desde la mesita de noche, el sofá o la taza del váter. Cosa que sí podrían hacer las de un libro en papel, mucho más cerca del tercer grado penitenciario. Tampoco quiero pensar cuán hacinadas deben de estar las letras de tinta electrónica si de verdad se cumple a rajatable esa prodigiosa capacidad de almacenaje de cientos y cientos de libros que se le presume al ingenio. Intuyo un angustioso encierro en el que el ambiente puede llegar a cortarse a hachazos.
Y en cuanto a los libros ilustrados, ¿qué decir? Es imposible que en una pantalla de veinte o veinticinco centímetros se tenga la misma visión de la página que –pongamos por caso– en un impecable volumen de la colección Franco Maria Ricci. El libro electrónico se pierde en los detalles, igual que ocurre habitualmente con el google maps. Donde haya un buen atlas o, si me apuráis mucho, el clásico callejero del ayuntamiento, que se quite cualquier búsqueda geográfica por internet.
No tengo ninguna duda de que el continente es tan importante como el contenido. El aura de la obra de arte que tan bien define Walter Benjamin. Alguien lo ha venido comparando por ahí con el placer de degustar un buen vino. No es lo mismo servirlo en una botella bonita que en un envase tipo tetrabrik. Igual que tampoco lo es tomarlo en un vaso de plástico que en una copa de cristal. Quien tenga un poco de sensibilidad ha de estar forzosamente de acuerdo con esta reflexión.
La lectura no consiste únicamente en descifrar una serie de signos y en atrapar su significado. Eso no es leer. Al menos, leer bien. La buena lectura requiere un entorno de gran calidad, una cierta proporción de márgenes a la que se ha llegado al cabo de mucho tiempo, un contraste adecuado entre el negro de los caracteres y el blanco del papel, la posibilidad de hojear en un pis pas el libro entero en busca de una determinada página cuyo formato recordamos aunque no recordemos exactamente su contenido, la opción de garabatear notas o símbolos marginales (los que a uno le dé la gana utilizar y no los que te imponga la maquinita), la evaluación visual de cuánto llevamos leído y cuánto nos falta hasta el final… A lo cual no sería justo dejar de añadir la agradable (o desagradable) textura y transparencia del papel, el diseño magistral (o atroz) de la cubierta, y el aspecto del libro colocado en una estantería junto a otros libros que de un vistazo nos sitúa ante nuestro propio acervo.
(... Continuará)
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¡Buf! Está visto que se me han ido al traste las previsiones y voy a tener que continuar.

26 d’oct. 2011

IMPOSTURES

Foto: Imatges Google
La noia de les botes Dr. Martens granats que seu al pedrís de la font amb laxitud simulada no és més que una lladre de postures. Se n’ha apropiat de la del Brad Pitt a Thelma & Louise. L’entenc. A mi també em va enlluernar quan el vaig veure per primera vegada arrepapat al Ford Thunderbird blau metal·litzat de la Susan Sarandon. Durant uns segons, vaig voler ser ell. Però la imitació m’amoïna massa. Si et descuides, pot arribar a desposseir-te de la personalitat. Clar que en la societat en què vivim és gairebé impossible nedar contracorrent. A veure qui és el guapo que té el valor de mostrar-se tal com és –o, més ben dit, tal com li agradaria manifestar-se– en els cercles socials de costum. La cautela, la por, el prejudici infundat o, simplement, la nostra projecció cap a l’altri, són un llast insalvable.     
Però no som només nosaltres. És també tot allò que passa pel sedàs de l’ésser humà. N’hi ha casos a betzef, com el del cava, per posar un exemple ben nostrat. Algú és capaç de trobar un producte tan postís com aquesta beguda escumosa sorgida dels excedents de raïm d’una zona vitivinícola sense cap virtut destacable? Me’l bec, faltaria més!, però enyorant un bon xampany francès i sabent que no seré jo qui tiri per terra un negoci rodó gestat amb summa intel·ligència. Que el boicotegin uns altres.
I què dir de la fruita que passa per ser ecològica quan també conté pesticides, igual que la que ens venen sense tantes ínfules. Sí, Oriol, tot és una gran farsa. Com els ocells cantadors dels concursos, dopats fins al capdamunt –ho he llegit al diari–.
I ara, ara aquesta tesi doctoral de l’andalús Agustín Cócola que demostra amb proves gràfiques concloents i irrebatibles com és de fals el barri Gòtic, l’orgull de la nostra ciutat. Un invent de la Renaixença minuciosament ordit per la Lliga Regionalista i un grup d’arquitectes de renom per situar Barcelona en el mapa del turisme internacional. Només cal veure la Catedral abans de la reconstrucció pagada pel banquer i polític Manuel Girona. O el pont del carrer del Bisbe, que pertorbà Le Corbusier fins a dir-ne una de fresca: «Com és possible que al mig del vostre admirable gòtic hagi pogut sorgir aquell pont florit, nou i podrit?».
Novament La invención de Morel, de l’Adolfo Bioy Casares, i la frustració del protagonista en comprovar que la realitat de l’illa a la qual ha arribat no és més que un gran holograma. Si fa no fa com la nostra.

25 d’oct. 2011

CONTRA EL LIBRO ELECTRÓNICO (I)

Foto: Imágenes Google
Enrique me lo propuso al comienzo de la primavera: «¿Por qué no escribes un post a favor y otro en contra del libro electrónico? Míralo desde el lado práctico; aparte de dar tu opinión sobre el asunto, te permitirá cubrir dos días de blog sin tener que estrujarte los sesos buscando otro tema». Habría entrado al trapo como un miura si no tuviera la biblioteca que tengo. Era situarme frente a ella y asaltarme los remordimientos. «¿Cómo voy a dar yo ni aunque sea un solo argumento favorable al libro electrónico? ¡Qué narices! No pienso hacerles la cama a mis libros de papel. Son demasiados años conviviendo con ellos y disfrutándolos», me dije. Así que he venido posponiendo la propuesta hasta el día de hoy. De manera que, como ya habréis deducido por el título, sólo va a haber un post sobre este asunto. No viene de un día estrujándome los sesos buscando tema.  
Pero tampoco quiero jugar sucio. Por eso obviaré la crítica de los perjuicios que el libro electrónico puede llegar a ocasionar a los escritores gracias al ahorro que les supondrá a los lectores. O al menos, eso dicen. Así que voy a enjuiciarlo únicamente desde el acto de la lectura.
De entrada, me molesta que tenga un peso físico único e insignificante sea cual sea el libro elegido. Uno ha de saber lo que tiene entre manos. Y, ciertamente, el peso de un libro dice mucho acerca de él. Por ese lado, considero que el libro electrónico falta gravemente al respeto al lector. Igual que con la uniformidad de la composición de la página y los tipos de letra. No veo por qué las páginas de todos los libros han de seguir un mismo patrón. Como tampoco quiero que me quiten el placer de cabrearme con el editor si aborrezco la letra elegida. Sin ir más lejos, me suele ocurrir con la de los libros de la editorial Anagrama. La detesto. Ello me lleva a una mayor satisfacción cuando acabo uno que me ha gustado. No digamos si encima me ha entusiasmado, como también pasa a menudo con los libros de dicha editorial. ¿De dónde surge esa obsesión por que todo sea tan aséptico, neutro y hermético? El libro electrónico parece más una creación surgida de un régimen totalitario que un invento capitalista lleno de colorido.
(Continuará... )
––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
Ni tú ni yo, Enrique. La pasión me ha podido y, finalmente, habrá dos posts, pero en contra del libro electrónico. Sé que no te vas a molestar porque, al fin y al cabo, tú también eres de los míos.

24 d’oct. 2011

MÁRKARIS AL COSTAT DE CASA

Petros Márkaris i Paco Camarasa (Foto: R. Berrocal)
Si pertanyés a alguna màfia de l’est d’Europa, el seu àlies seria el borni d’Istanbul. No en tinc cap dubte. Però com que el seu únic delicte és el de fer-nos xalar amb les aventures del tinent de policia Kostas Jaritos, poc importa que el seu físic s’adigui més al d’un malfactor de dilatada i carnissera trajectòria que no pas al d’un dels millors escriptors grecs del moment. Estic parlant del Petros Márkaris, òbviament. Avui el Paco Camarasa ens l’ha servit en safata a tots els còmplices de NegrayCriminal a la biblioteca Joan Oliver del barri de Sant Antoni. El fet que a Espanya el tractin a la regalada, tal com demostra el premi Pepe Carvalho amb què acaben de guardonar-lo, ha facilitat molt les coses.
Només començar, l’escriptor turc-grec s’ha preparat per donar l’estocada i ha confessat a un públic cor-robat que res no feia preveure que algun dia escrivís una novel·la negra. Estava destinat a acabar la seva carrera professional com a guionista de cinema després d’haver-la començat com a traductor d’escriptors alemanys i grecs de teatre clàssic i modern. Tanmateix, un bon dia un maleït representant de la bòfia atenenca va envair la seva vida. I amb ell, tota la seva família. No hi va haver manera de fer-los fora. Al cap d’un mes, la seva presència s’havia convertit en una veritable tortura. De manera que no va descansar fins a no escriure Noticias de la noche. Però, com aconseguir que un policia que prové dels temps de la dictadura resultés simpàtic als lectors? Fent-lo encaixar en una novel·la negra, el gènere més religiós de tots, ja que els pecadors reben sempre un càstig exemplar. Clar que el Jaritos no és el típic policia uniformat. A més d'un comissari malforjat, és també un cronista social i un divulgador de la història del seu poble. De manera que, conforme a la seva condició, ha passat per les mateixes tres etapes que els seus compatriotes. Per la de la il·lusió que suposà fer caure una monarquia i una junta militar dictatorial, i recuperar la democràcia i la llibertat (1974-1981); per la de la falsa il·lusió de creure’s rics i a l’abast de privilegis inimaginables (1981-2009); i per la del desencís i la frustració de viure immers en una realitat duríssima (2009-2011). Ara bé, jo m’atreveixo a afegir que actua de llevataps amb una funció eminentment terapèutica. La de destapar les misèries d’una Grècia que mai no ha tingut el valor de mirar cara a cara el seu passat. Un passat que persegueix, assetja i atrapa els seus habitants. 

23 d’oct. 2011

LOS PERROS DE CHILE

Foto: Imágenes Google

Una buena manera de constatar la llegada del frío y de las lluvias al amparo de un despacho es observando cómo los compañeros incrementan el número de visitas al excusado ante el hostigamiento de súbitos e irreprimibles deseos de orinar. Reconozco que visto desde fuera este fenómeno podría llegar a resultar hasta cómico, sobre todo cuando la vejiga de uno no está libre de pecado y también es parte implicada. Por más que he mirado en internet no he encontrado una explicación del todo fiable para esta peculiar flojera de la uretra. El caso es que cuando, año tras año, irrumpe el mal tiempo con la descortesía del que se presenta de un día para otro, además de la meera, a mí me da por pensar en la dictadura chilena de Pinochet y en esas imágenes en blanco y negro de las tanquetas del ejército a manguerazo limpio contra los jóvenes manifestantes insurrectos en pleno invierno. ¡Qué frío, Dios!
Curiosamente, durante el pasado otoño –coincidiendo con nuestra primavera– esas imágenes ya casi intemporales adquirieron color. La movilización estudiantil que tuvo lugar en Chile para protestar por la supremacía de la educación privada sobre la pública como vieja herencia de los tiempos del dictador obligó a los cuerpos de seguridad del Estado a sacar a la calle sus renovadas tanquetas blindadas para mostrar los avances en materia de riego a presión. Se conoce que los estudiantes debieron de tomarle gusto a la cosa porque no dejaron de manifestarse hasta que el presidente Sebastián Piñera no se plegó a sus exigencias. Aunque yo creo que su rendición fue consecuencia directa de lo poco que le sirvió a él la educación privada que recibió en su día –no hace mucho llegó a afirmar que la isla Robinson Crusoe, situada en el archipiélago Juan Fernández, toma el nombre de un señor que vivió allí durante unos cuantos años–. Entre resignado y esperanzado, debió de decirse que quizá valía la pena intentarlo con la pública (toma nota, Esperanza Aguirre).
Pero, volviendo a las cargas policiales, esta vez no me llamaron tanto la atención los manguerazos cuanto la cantidad de perros que yo creía al servicio de la autoridad competente a fin de sofocar las protestas. Sin embargo, me equivocaba de todas todas. Esos leales compañeros caninos que por alguna suerte de adiestramiento mantenían el tipo ante el agua a presión no eran sino perros callejeros. Y es que Chile pasa por ser uno de los países del mundo con un mayor índice de cánidos abandonados a su suerte e intocables. Más o menos como las vacas sagradas en la India. Vivir para ver.

22 d’oct. 2011

ENS MORIM DEL QUE MENGEM

Foto: Imatges Google
Començo a estar fastiguejat amb l’extenuant repetició de la frase Som el que mengem, així com dels seus oportunistes pastitxos, Som “lo” que sembrem, Som el que respirem, Som el que pensem... I ara, amb la recent campanya de l’Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, Som el que bevem, en què se’ns insisteix perquè beguem aigua mineral natural, sobretot si hom és una dona i té més de seixanta-cinc anys. Sembla que tots aquests Som... no deixen de ser una adaptació a la manera dels temps que corren de la frase original que va pronunciar al segle V a.C el pare de la medicina a Occident, l’Hipòcrates: Que el teu aliment sigui la teva medecina i que la teva medecina sigui el teu aliment.
D’aliments precisament en voldria parlar jo avui. Haig de reconèixer que, malgrat el meu afartament, la sentència del Josep Pla –em refereixo al primer de tots els Som...– és de les que fa pensar. I més després que l’historiador gastronòmic català per antonomàsia, el Jaume Fàbrega, en un altre pas de rosca, arribés a la conclusió que Mengem el que som.
Els habitants dels països que tenen el plat a taula tres cops al dia viuen sense restriccions de quantitat i de qualitat als seus rebosts. Però, tot i gaudir d’aquesta situació privilegiada –a més dels darrers avenços en l’àmbit de la dietètica i de l’alimentació–, és avui en dia quan, contra tot pronòstic, mengen pitjor. Qui sap si la raó no s’ha d’anar a buscar en l’extinció de les mestresses de casa i en el fet que el temps dedicat a menjar s’hagi reduït de l’hora i mitja d’abans als escassos trenta minuts d’ara, sense deixar de considerar l’abús de greixos i de proteïnes d’origen animal.
Acabo de saber que els aliments es divideixen en àcids i alcalins. Cada menjar té el seu pH. Em sembla que va des de l’u fins al catorze. El set és el neutre. L’escala dels àcids se situa entre l’u i el set; mentre que la dels alcalins va del set al catorze. Alguns aliments són més o menys neutres, com l’aigua. Carns, peixos, llet o làctics –o sigui, menjars amb proteïnes–, són àcids. Vedures i fruites, són alcalins. N’hi ha que són molt àcids, com la carn i la llet. No és el cas de la llimona que, tot i ser molt àcida al cos, té un efecte totalment alcalí. Per tant, és imprescindible cuidar la dieta, perquè sense anar més lluny el càncer i el menjar tenen molt a veure. La gent que pateix aquesta malaltia normalment té el cos acidificat. Per neutralitzar l’acidesa, a més, l’organisme es veu obligat a fer un esforç sobrehumà i a recórrer als minerals. Calci, bàsicament (també iode, ferro... ). Per tal d’accedir-hi, el cos no té altre remei que robar-los dels ossos. I aquí és on sorgeix un nou problema: l’osteoporosi. Per tot plegat, crec que cada cop s’evidencia amb més claredat aquella creença que ens morim per culpa del menjar. A les generacions venidores del primer món els convindria entendre el sentit de tot això, sobretot per interpretar el drama dels qui no han tingut la seva sort.

21 d’oct. 2011

EL SABOR DE LA TELE DE ANTES

Foto: Imágenes Google
La industria televisiva y cinematográfica actual es un monstruo de tales proporciones que a nuestros hijos ya no les hace falta ver otras series o películas más que las filmadas poco tiempo antes de su inmediato consumo. A su edad, a nosotros nos ocurría justo lo contrario: con las series o películas coetáneas –nacionales o extranjeras– no se lograba cubrir ni una ínfima parte de las horas de programación televisiva (que, además, no eran todas las del día, tal como se encargaba de recordárnoslo el rey con su mensaje previo a la carta de ajuste). En aquel incipiente período –no tan lejano– la televisión estaba tan en pañales que hasta las pifias tenían bula y, lejos de clamar por que rodaran cabezas, nuestros comprensivos mayores asumían las interrupciones con resignación y una muletilla tranquilizadora: «¡Ah, es de ellos!». 
 Ahora, con la perspectiva del tiempo y una televisión resabiada, no puedo sino reconocer cuánto nos favoreció entonces a los de mi generación el amateurismo de los profesionales del medio y la tecnología antediluviana. Los primeros no tenían ni repajolera idea de shares, ratios o prime times, por lo que programaban con arreglo a criterios lógicos, no mercantiles; mientras que la segunda encarecía tanto las producciones propias que obligaba a ir tirando con las latas de caviar que iban llegando de Hollywood. Las pelis que nosotros veíamos habían sido hechas una generación o dos antes de la nuestra y, además, buena parte de ellas era de corte histórico (quién puede olvidar las de romanos y las de espadachines, las bélicas de la I y II Guerra Mundial o los inmortales western de la conquista del lejano oeste americano). Yo creo que esos ingredientes o requisitos fueron los que posibilitaron que, en nuestro inconsciente, adquiriesen de inmediato un halo mítico y casi místico. Ese fervor desmesurado era igualmente aplicable a los actores que los protagonizaban. A nuestros ojos, eran como dioses. Nada que ver con la tibieza que muestran nuestros hijos por los de su quinta.
 Por eso cuando, unas semanas atrás, Carmen envió un correo general instándonos a ver en la segunda cadena (¡perdón, en La 2!) la película Moby Dick, no sólo me ató a la pantalla del televisor la enfermiza obsesión del capitán Ahab por vengarse de aquella ballena blanca que en su primer encuentro le había arrancado una pierna, sino la devoción que yo había llegado a sentir en su día por Gregory Peck. Ahora bien, lo que me sedujo definitivamente fue que Carmen glosara en el email cómo, a sus siete años –cuando aún faltaban unos cuantos para que yo naciera–, ella ya se hubiera enamorado de él después de que, habiendo coincidido en 1955 en el aeropuerto de Gando de Las Palmas, donde el actor rodaba la peli basada en la obra de Melville, su madre le enviara a por un autógrafo y aquél la obsequiara además con un casto beso.

20 d’oct. 2011

LA CIÈNCIA AL SERVEI DE LA HUMANITAT

Foto: Imatges Google
Avui voldria que em concedíssiu carta blanca per fer propaganda explícita en aquest espai d’una feina meva. Acabo d’arribar de la presentació a Lleida del llibre en què vaig estar treballant durant tot l’any passat, Canviar els gens per millorar el món, que finalment ha publicat ni més ni menys que Pagès editors dintre de la seva col·lecció d’assaig Argent viu. En vinc entusiasmat perquè ha estat un èxit d’assistència aclaparador. El paranimf de l’Escola d’Enginyers Agrònoms (ETSEA) estava ple de gom a gom. Hi havia prop de cinc-centes persones, entre les quals el mateix alcalde de la ciutat, l’Àngel Ros, i, per descomptat, l’artífex del projecte, la catedràtica en biotecnologia vegetal –a més d’amiga– Teresa Capell.
El llibre aplega les històries de catorze científics de vuit nacionalitats diferents i de disciplines ben diverses –química, biologia, enginyeria agrònoma, biotecnologia, bioquímica...– dedicats en cos i ànima a la seva professió amb una inquietud primordial: aprofundir en la recerca dins l’àmbit de l’enginyeria genètica per garantir la producció d’organismes transgènics que beneficïin la societat actual. Tot això amb la dificultat afegida de treballar en un ambient de marginalitat a causa de la incomprensió interessada i la crítica farisaica de determinats sectors aliens a la ciència.
Per què vaig voler-me involucrar en l’elaboració d’un llibre com aquest? Seré franc. D’una banda, perquè era una magnífica oportunitat per rellançar la meva carrera com a periodista (en stand by, després de quinze anys dedicat a la venda d’obres de consulta a crèdit). D’una altra, perquè em vaig veure impulsat per la mateixa curiositat que al seu dia em va empènyer a fer la mili. Volia saber. Ara bé, mentre que aleshores em vaig penedir de la decisió tan bon punt vaig desembarcar a Ceuta, aquesta vegada no tinc cap dubte que he encertat de ple. Vés per on d’una tacada han desaparegut tot un seguit de prejudicis induïts pel desconeixement. He après a no criticar ni estigmatitzar sense motius de pes. Només per això ja ha valgut la pena. Tanmateix, el que més satisfacció m’ha donat ha estat accedir des d’una tribuna privilegiada a la mentalitat d’un grup d’investigadors vocacionals amb una passió desbordant per millorar les condicions de vida dels habitants del seus respectius països. És injust infamar qui consagra l’existència a construir. Una societat se sustenta en tres pilars fonamentals: l’art, la ciència i la solidaritat. I aquesta gent, creieu-me, n'està en possessió de dos, sinó dels tres.    

19 d’oct. 2011

NEGRAYCRIMINAL (X)

Foto: R. Berrocal

No he hablado todavía de lo bonita que me resulta la librería de Paco y Montse. Bien es cierto que, bajo el intenso colorido de la ropa que cuelga en los tendederos de los escuchimizados balcones que imprimen carácter al barrio, pasa bastante inadvertida en mitad de la calle de la Sal. Pero ahora que los libreros tienen abierto todo el fin de semana, quien baje hasta la Barceloneta a dar una vuelta está obligado a traspasar la canija puerta verdiazul de estación ferroviaria de la posguerra que protege al enorme portalón de madera de las inclemencias meteorológicas. De lo contrario se perderá el sinfín de rincones con encanto que NegrayCriminal alberga en su interior. A mí me gustan particularmente tres: la cavidad u hornacina con estampado veneciano añil donde descansa una acertadísima reproducción del halcón maltés de Dashiell Hammett; el móvil del crimen que pende de la viga que separa la sala principal de la pequeña estancia que da cobijo al fondo bibliográfico intemporal de la librería; y el sobrio escritorio metálico de dependencia policial franquista, junto a una no menos austera caja fuerte de timón, en el que Paco hace caja. Por supuesto, no me olvido del enrejado desde el que se ve el sótano y esa turbadora yacente silueta humana con la que tanto me gusta fantasear.
Los primeros rayos de sol otoñales saturan los colores y permiten distinguir los rostros de los compañeros del club de lectura con absoluta claridad. Casi puedo leerles el pensamiento antes de que empecemos a desmenuzar el libro de este mes, El beso de Glasgow, del escocés Craig Russell, cuya osadía de querer escribir como los clásicos del hard-boiled le va a costar caro. La acción de la novela se sitúa en 1954, un período en el que, de no ser por el incombustible comisario Jules Maigret, prácticamente no existen investigadores de ficción –Dalglish inicia su andadura en 1961 y Martin Beck, en 1965–. No sé por qué pero Lennox, el protagonista, no cae bien. Me hago cruces, sobre todo después de haberme deleitado con frases tan divertidas como «salí de la peluquería con una raya tan impecable que el trabajito de Moisés en el Mar Rojo resultaba chapucero en comparación», o «me pasé el resto del día yendo de un garito de apuestas a otro. Un tour por los urinarios públicos de Calcuta habría resultado más edificante», o «me miré los pantalones del traje: tenían más arrugas que una octogenaria nepalí». Sobre gustos no hay nada escrito. Menos mal que la coincidencia es unánime en cuanto a la acertada descripción de la ciudad y a su análisis socioeconómico casi forense.
Las diferencias se disiparán luego durante la comida, en la que no falta un brindis para conmemorar el décimo aniversario de la muerte de Manuel Vázquez Montalbán.
– ¡Contra el régimen! –alza la copa Paco–.
– Eso, eso. ¡Contra el régimen... que está por llegar! –secunda María–.   

18 d’oct. 2011

DAVID CONTRA GOLIAT

Foto: Imatges Google

L’altre dia, de camí al col·legi dels meus fills, mentre començàvem a pujar pel carrer del Bisbe i m’entretenia admirant la bellesa de la torrassa del Palau Episcopal que dóna a la plaça de la Catedral, es va desprendre una herba de la façana. No vaig dubtar: es tractava d’una morella roquera, anomenada també parietària dels murs perquè l’hàbitat en què creix el constitueixen precisament tota mena de parets i enderrocs. Queia tan a poc a poc que em va fer venir al cap el vol de la fulla del començament de la pel·lícula Forrest Gump. Malgrat que no sóc gaire expert en les entranyes tècniques del cinema, m’atreveixo a dir que l’escena estava rodada amb un tràveling que no tenia res a envejar al de la més cèlebre de la història del setè art: el de Sed de mal, de l’Orson Wells.
L’associació d’idees no es va aturar aquí. De seguida vaig recordar-me del darrer sopar amb els meus amics Gabi i Ramon (els fotògrafs de la majoria de capçaleres d’aquest bloc). El segon, que parlant és com l’equip del Barça de futbol –sol tenir una capacitat de possessió de la paraula superior a les tres quartes parts del que dura la vetllada–, va expressar la seva alegria en relació a una mala herba: l’amarant. Una planta al voltant de la qual existeix una seixantena d’espècies diferents i que es caracteritza per la seva resistència davant de climes extrems. Sembla que té un poder nutritiu molt més alt que el del blat i que el seu ús és tradicional en tot un seguit de plats asiàtics, americans i africans. M’ha cridat molt l’atenció una teoria popular que afirma que el nom de Caracas, la capital de Veneçuela, prové de l’amarant, que és com els habitants d’aquesta zona pronunciaven la paraula. No he pogut estar-me de bromejar amb l’Hugo Chávez i la coneguda dita de «mala herba mai no mor».
Doncs bé, el Ramon es felicitava perquè l’amarant està arruïnant els camps de soja transgènica de la multinacional Monsanto. És més, resulta que s’ha fet immune als herbicides que utilitzen per combatre-la. Seria bonic que el que no han aconseguit les petites empreses que es dediquen honradament a aquesta mena de conreu per culpa de la connivència d’uns governs immobilistes i corromputs, ho aconseguís ara una herba insignificant.